14 septiembre 2009

La selección sexual de las luciérnagas


Es normal el observar, en muchos de los prados de Estados Unidos, tras la puesta de sol, cuando el crepúsculo tiñe todo de rojo, como miles de insectos que se hallaban escondidos en las altas hierbas cobran vida. Puede verse claramente cómo, poco a poco, miles de luciérnagas extienden sus alas y remontan el vuelo para emitir sus destellos.

Las luciérnagas, una especie de escarabajo, deben su capacidad de brillar a la luciferasa, una enzima muy apropiada que se utiliza en investigaciones médicas y agrarias, de la misma manera se emplea para la producción aséptica de alimentos.

Estos insectos también son, por otra parte, uno de los ejemplos más ilustrativos del papel que desempeña la selección sexual en la evolución, ya que las luciérnagas viven esencialmente para reproducirse. Su cortejo es un maravilloso despliegue de movimientos y destellos.

La Photinus Ignitus, una de las especies, pasa su vida adulta intentando el contacto con el sexo opuesto, sin siquiera preocuparse en alimentarse, lo cual no es extraño considerando que la vida media de una luciérnaga es de aproximadamente una a dos semanas, y el número de machos que hay por cada hembra es muy desproporcionado. Un estudio sobre esta especie siguió a 199 machos a los largo de 16 km, y contó 10306 destellos... Pero sólo dos hembras.

La mayoría de las personas nunca ha visto una luciérnaga hembra, ya que los únicos que vuelan son los machos. Las hembras carecen de alas y deben esperar montadas en las briznas de hierba en un ambiente lleno de pretendientes que intentan deslumbrarlas: tienen que distinguir a los de su propia especie y emitir unos destellos característicos para llegar a aparearse.

Algunos machos se distinguen por las características del destello que emiten. Los de la especie Pyractomena angulata poseen una luz anaranjada; otros emiten destellos dobles, y los de la especie Photinus pyralis esbozan una J en el aire cada vez que encienden su luz, la cual dura medio segundo.

Lo normal es que cada especie tenga su luz característica, pero no siempre ocurre así. Por ejemplo, las hembras de la especie Photuris imitan a la perfección los destellos de las hembras Photinus, atrayendo a los machos de esta especie para luego, en vez de aparearse con ellos, comérselos.

Se manejan varias hipótesis acerca de cómo las hembras escogen a los machos: una de ellas asegura que es por el tamaño, ya que los machos depositan el esperma en una especie de envoltura, una bolsa de materia nutritiva en forma de tirabuzón, llamada espermatoforo. Los investigadores suponen que las hembras pueden conocer el tamaño del espermatoforo de un macho por su manera de destellar.

(Sobre Curiosidades)

Ditulis Oleh : Kassiopea. // lunes, septiembre 14, 2009
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